Después de más de dos décadas marcando la pauta en el mundo de las comunicaciones, Skype dice adiós. La plataforma que revolucionó la forma en que nos conectamos con amigos y familiares alrededor del mundo ha cerrado sus puertas, dejando atrás un legado que muchos recordaremos con nostalgia.
Microsoft se hizo con Skype en 2011, desembolsando nada menos que 8.500 millones de dólares. En sus mejores tiempos, esta herramienta contaba con más de 300 millones de usuarios activos al mes. Para muchos, era el primer contacto real con la posibilidad de hablar gratis y ver a seres queridos a miles de kilómetros; algo impensable antes. Pero como todo lo bueno, parece que tenía su fecha de caducidad.
La Competencia y el Cambio Inminente
A medida que los años pasaban, Skype fue perdiendo terreno frente a competidores como Zoom y WhatsApp. Hoy en día, apenas cuenta con unos 36 millones de usuarios activos, mientras que Microsoft Teams ha despegado hasta alcanzar los 320 millones. Es un claro ejemplo de cómo no basta con ser pionero; hay que evolucionar o quedar atrás. La decisión de cerrar Skype parece ser parte de un plan mayor para priorizar nuevas funciones basadas en inteligencia artificial dentro del ecosistema Teams.
Un Legado Innegable
No obstante, es innegable el impacto que tuvo Skype al popularizar la tecnología VoIP. Facilitó la conexión entre empresas e individuos sin arruinarse en el intento. También fue pionera en probar herramientas como la traducción automática en tiempo real. Sin embargo, sus constantes cambios en la interfaz y problemas técnicos le pasaron factura. Y aunque algunos usuarios todavía intentaron aferrarse a su querido Skype hasta el último momento (tenían plazo hasta el 5 de mayo para migrar sus datos), es evidente que las cosas han cambiado.
Así pues, decimos adiós a una aplicación que formó parte fundamental del día a día digital durante tantos años. Aunque su tecnología perdura, como producto queda como un recordatorio potente: tener reconocimiento no siempre garantiza sobrevivir.