El lanzamiento del Apple Vision Pro ha causado revuelo, pero no precisamente el que Apple esperaba. Tras un año desde su salida al mercado, muchos de los primeros compradores se sienten decepcionados y, en algunos casos, incluso arrepentidos. La Wall Street Journal ha recogido testimonios que reflejan una realidad bastante distinta a la que nos vendieron en sus anuncios.
Dustin Fox, un agente inmobiliario de Virginia, es claro al respecto: «Ahora está acumulando polvo. Lo he usado cuatro veces en todo un año». Y es que el peso del dispositivo, entre 600 y 650 gramos, se convierte rápidamente en un auténtico lastre para quienes lo intentan usar durante más de media hora.
Un gadget más pesado que útil
Tovia Goldstein, un joven neoyorquino de 24 años, comparte su experiencia: «Después de una hora con él puesto, no puedo más; simplemente tengo que dejarlo». La falta de aplicaciones útiles también juega en contra del atractivo del headset. Para él y otros usuarios, las expectativas iniciales se han convertido en frustración.
Algunos hasta consideran venderlo, pero el valor de reventa ha caído por los suelos. Un caso emblemático es el de Anthony Racaniello, quien tras ser objeto de miradas curiosas decidió desprenderse del suyo a un precio muy inferior al original: «No lo echo de menos», admite sin titubear.
Un futuro incierto
A pesar de todo esto, hay quienes todavía encuentran algo positivo. Yam Olisker vuela desde Israel para comprar su Vision Pro y aunque reconoce que le ha dado menos uso del esperado, disfruta ver películas con él. No obstante, la incomodidad sigue presente: «Para disfrutarlo mejor me tengo que tumbar en la cama».
Mientras tanto, parece que Apple trabaja en una versión actualizada del Vision Pro con algunas mejoras tecnológicas. Pero hasta entonces muchos se preguntan si vale la pena seguir invirtiendo en este tipo de dispositivos o si simplemente son sueños tecnológicos demasiado pesados para nuestra realidad cotidiana.